El estado de Oregón, en la costa oeste norteamericana, está a unos 5.000 kilómetros de España. ¿Qué hacen allí cuando les apetecen unos pimientos de Padrón, unos cogollos de Tudela, unas pochas a la riojana o unos calçots catalanes? Hasta hace poco, aguantarse las ganas y soñar con su próximo viaje a Europa.
Desde que existe Viridian Farms, sólo hay que comprarlas frescas en el mercado de granjeros de la capital, Portland, o visitar alguno de los restaurantes a los que surte esta inusual explotación agrícola.
Situada a una hora en coche de la ciudad, en Viridian se cultivan también pimientos de Gernika, piquillos, choriceros, guindillas blancas, cardos, etc. Dependiendo de la temporada, en sus 20 hectáreas trabajan hasta 16 personas, que producen unos 25.000 kilos de fruta y verdura al año.
“La idea de crear Viridian Farms nació de nuestra fascinación por la cultura y la comida española”, cuenta desde Oregón uno de sus impulsores, Manuel Recio. “Mi mujer, Leslie, y yo tuvimos la oportunidad de empaparnos en ellas y apreciarlas porque vivimos y estudiamos en España. Viridian Farms nos dio la oportunidad de conectar con nuestra pasión por vuestro país en el día a día, aquí en Oregón”.
Ninguno de los dos tiene estudios relacionados con la agricultura ni había trabajado en el sector antes de montar la empresa. Manuel se dedicaba al marketing y la publicidad, y Leslie, aunque había vivido en una granja durante su adolescencia, era profesora de español en un instituto. Pero el entusiasmo suplió con creces la inexperiencia. “Aprendemos sobre cómo cultivar cada día”, asegura Manuel.
La pareja estadounidense representa a un nuevo tipo de agricultor para el que los conocimientos gastronómicos son tan esenciales como el manejo de los tractores o la lucha contra las plagas. Juntos van a encuentros como Madrid Fusión cada año a aprender. Reciben clases de chefs, tanto en Oregón como en lugares como la Cofradía Vasca de Gastronomía.
Para Manuel, el momento más gratificante en su vida como agricultor es el de hacer revivir “un recuerdo de comida española”. “Cuando alguien dice: ‘Recuerdo haber tomado esos pimientitos pequeños en España’. O un español que vive aquí nos dice: ‘¿Calçots? ¡No me lo puedo creer! ¡Me recuerda a mi infancia en Tarragona!’. Entonces sabemos que hemos podido conectar con ellos”.

