Plantar un árbol es la mejor forma para dejar huella ¿Cómo podemos mejorar nuestra huella ecológica?

Plantar un árbol es la mejor forma para dejar huella ¿Cómo podemos mejorar nuestra huella ecológica?

Un planeta Tierra cada vez más caluroso, niveles del mar ascendentes que inundan áreas costeras, desaparición de islas, lluvia ácida, sequías que aumentan e incendios forestales cada vez más comunes simultaneados con tormentas y huracanes crecientemente catastróficos en otras zonas, extinción paulatina de especies, epidemias globales, falta de alimento generalizada… Este panorama apocalíptico puede parecer fruto de una imaginación novelesca, pero corresponde a predicciones empíricas para este mismo siglo realizadas por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, según su acrónimo en inglés), creado por las Naciones Unidas.

Calentamiento Global. Las razones de tan alarmante deriva se encuentran en la descontrolada emisión por parte humana de gases de efecto invernadero. La mayoría de estos gases emanan de la combustión de combustibles fósiles, y su forma más abundante es la de dióxido de carbono, CO2. Otros gases de este grupo son el metano que liberan los vertederos y la actividad agrícola, el óxido nitroso de los fertilizantes, los clorofluorocarbonos de los aerosoles, etc. Cada gas invernadero influye de forma distinta en el calentamiento global, pero los científicos miden su efecto total en términos de la cantidad equivalente de CO2.

Población exponencial. Además, este aumento de los gases invernadero hay que entenderlo en correlación al aumento de la población mundial. Ésta, ha pasado de unos 1000 millones en 1800 a más de 7000 millones en 2013. Según esa misma dinámica, la División de Población de las Naciones Unidas estima que la población mundial llegará a los 9100 millones de personas en 2050, haciendo insostenible el ritmo de contaminación actual.

Un mundo insostenible. Esta insostenibilidad de la civilización, ya fue prevista, desde un prisma demográfico y económico y socio-político, en el maltusianismo, teoría desarrollada por el economista británico Thomas Malthus durante la revolución industrial. Malthus estimó que el crecimiento de la población se da en progresión geométrica mientras que el aumento de los recursos para su supervivencia lo hace en progresión aritmética. La aplicación de nuevos medios de producción desde entonces ha posibilitado que el aumento de los recursos sea mayor de lo que predijo Malthus, pero precisamente estos métodos antinaturales son los que abocan al planeta a una insostenibilidad de raíz ecológica.

La Huella Ecológica. Así, se ha fijado un indicador del impacto ambiental generado por la demanda humana sobre los recursos existentes y la capacidad ecológica de la Tierra de regenerarlos. Se trata de la Huella Ecológica. Ésta, mide la superficie necesaria para producir los recursos consumidos y para asimilar los residuos generados, calculando nuestro impacto sobre la biocapacidad del planeta. Es, por tanto, un indicador clave para medir la sostenibilidad. El nivel alcanzado corrobora la insostenibilidad de nuestra civilización: la biocapacidad del planeta es de menos de 1,8 hectáreas por cada habitante al año y el consumo medio por habitante y año es de 2,7 hectáreas. Consumimos por tanto muchos más recursos y generamos muchos más residuos de los que el planeta puede generar y admitir. No hay suficiente Tierra para compensar nuestro consumo.

Responsabilidad individual. Revertir esta dinámica, que tiene sus principales orígenes en la producción industrial masiva y el exponencial crecimiento demográfico, puede parecer imposible para el ciudadano de a pie, especialmente cuando el tratado medioambiental más ambicioso de mundo, el Protocolo de Kioto, es sistemáticamente incumplido por los principales países contaminantes. Sin embargo, la ciudadanía puede de forma individual, más allá de movilizaciones políticas, actuar desde la búsqueda de que la huella ecológica de cada uno de nosotros sea positiva. El cálculo de la huella ecológica es complejo. Sin embargo, existen herramientas  como la publicada en http://myfootprint.org/ para que a nivel individual podamos saber fácilmente cuál es nuestra influencia en la sostenibilidad de nuestro planeta. Conseguir mejorar la huella ecológica depende de nuestros hábitos, como el uso de medios de transporte menos contaminantes, un uso energético más eficiente, la elección de alimentos y otros productos elaborados de forma más ecológica y que sean biodegradables, ahorrar agua, reciclar y cuidar la naturaleza.

Planta un árbol. Centrándonos en el cuidado y respeto al entorno natural, plantar un árbol es una de las mejores formas de eliminar dióxido de carbono y contribuir a la sostenibilidad del medio ambiente. La Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) estima que un árbol absorbe 10 Kg de CO2 aproximadamente cada año. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente calcula que si cada habitante del planeta plantara un árbol se repararía aproximadamente el daño ocasionado durante la última década. Con la proliferación de estas formas de vida tan básicas y universales podríamos contrarrestar el cambio climático y la deforestación, compensar los niveles de CO2, frenar la desertificación, facilitar el acceso al agua, regenerar el suelo y aumentar su productividad, promover las condiciones de vida animal, disminuir la pobreza y proveer alimento saludable, que a su vez sea preventivo de enfermedades.

Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”, afirmó el al poeta cubano José Martí, citando tres acciones que permiten al ser humano trascender, dejar huella positiva y perpetuar la civilización.

El plantar un árbol, por de pronto, ha quedado empíricamente probada su significativa trascendencia y es una acción que está, directa o indirectamente, en nuestras manos.