Desde el pasado 1 de septiembre ha dejado de fabricarse en la Unión Europea la bombilla incandescente. Durante 132 años ha iluminado millones de hogares en todo el mundo. Seguirá vendiéndose en las tiendas hasta que se acaben los stocks.
Con la desaparición de las bombillas de menos de 60 vatios concluye la última fase del plan gradual de retirada de las lámparas incandescentes tradicionales iniciado en 2009. El objetivo de la UE es sustituirlas por opciones más eficientes y sostenibles, como las fluorescentes compactas y las LED (con diodos emisores de luz). Los nostálgicos podrán seguir utilizando las incandescentes mejoradas de clase C o B, que tienen un aspecto y ofrecen una luz muy parecida a la tradicional pero han sido mejoradas con tecnología halógena. Los fluorescentes tradicionales también dejarán de fabricarse en los próximos años.
Según cálculos de la Comisión Europea, en 2020 se conseguirá un ahorro de electricidad equivalente al consumo anual de 11 millones de hogares y una reducción media del recibo de la luz de un 15%. Gracias al menor consumo de electricidad, un hogar medio puede tener un ahorro neto de entre 25 y 50 euros al año, dependiendo del tamaño de la familia y del tipo y número de bombillas que utilice. Además, reducirá su impacto ambiental.
La bombilla incandescente, considerada por la revista ‘Life’ como el segundo invento más útil del siglo XIX, consta de un fino filamento de wolframio en una ampolla de vidrio en la que se ha hecho el vacío o se ha rellenado con un gas inerte, para evitar que el filamento se volatilice por las altas temperaturas que alcanza. En un casquillo metálico se colocan las conexiones eléctricas.
Estas lámparas no sólo son poco eficientes (el 95% de la electricidad que consumen la transforman en calor y solamente el 5% en luz) sino que generan una gran cantidad de residuos. “Las llamamos bombillas pero son más bien radiadores de calor”, afirma Alfonso Canorea, responsable de proyectos y soluciones de Osram para España y Portugal.
Entre los objetivos de la UE para luchar contra el cambio climático figura reducir para 2020 el uso de energía primaria en un 20%, así que conseguir que los europeos consuman productos que ahorren energía es una pieza clave para alcanzar este objetivo. Por ello, además de las lámparas, las normativas europeas también contemplan la mejora de la eficiencia de los electrodomésticos.
Se calcula que el alumbrado es responsable de casi el 20% del consumo de electricidad en todo el mundo. Con la sustitución de bombillas, los países de la UE reducirán sus emisiones de CO2 a la atmósfera en unos 15 millones de toneladas al año.

