La dificultad de nuestra juventud para acceder al empleo choca frontalmente con los derechos de nuestros mayores a sus pensiones y otras prestaciones sociales. El porcentaje de ciudadanos en la tercera edad es cada vez mayor mientras que el mermante porcentaje de personas en edad laboral apenas tiene empleo. La confluencia de ambos factores puede resultar catastrófica y no sólo para pagar las pensiones de los mayores sino por la destrucción de unas generaciones que son el futuro de la humanidad.
A este respecto, Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), augura que las economías desarrolladas tienen ante sí un “choque de generaciones”. Para evitar una colisión fatal propone un “tipo de crecimiento correcto”, que pasaría por generar puestos de trabajo. Dicho así, es fácil. La praxis es otra cosa.
Veamos en España, cuando se habla de cambiar el modelo productivo no se menciona que para ello es necesario la participación de las nuevas generaciones en los centros de trabajo. La juventud tiene el protagonismo, hay que dejarla hacer y deshacer, que aprenda equivocándose, ya, sin esperar más.
Casi la mitad de los jóvenes españoles están en paro (un 43,5% en el pasado mes de febrero, según Eurostat), y de los que trabajan buena parte lo hacen en condiciones precarias. Curiosamente, esta ingente masa de desempleados y malempleados cuenta con una formación media mejor que todas las generaciones previas. El desempleo entre los licenciados españoles jóvenes se acerca al 20%.
Ante estas escalofriantes cifras, todos debemos tomar la iniciativa. Las generaciones mayores que controlan y deciden, deben en primer lugar tomar el riesgo de dar entrada a los jóvenes e invertir en la dirección de que esta juventud conozca la realidad y pueda aplicar su conocimiento y su fuerza, sin miedo.
Las generaciones jóvenes deben tomar la iniciativa de actuar no sólo en la reivindicación de la justicia social, sino proponer e implicarse en alternativas donde se invierta para lograr un “crecimiento correcto”. Éste, en palabras del Nobel Joseph Stiglitz, pasa por “pensar cómo podemos crear una arquitectura económica global que beneficie a más personas de un modo más sostenible”.
Las dos generaciones tienen responsabilidades en la solución a este entorno de débil y desequilibrado crecimiento. Una dispone de los medios económicos y la juventud, es la conocedora de las nuevas tecnologías y de Internet, que brinda unas posibilidades excelentes para conseguir crecer de modo equilibrado.
La ingente posibilidad de interacción con casi cualquier lugar del planeta mediante las nuevas tecnologías brinda oportunidades reales.
En los países emergentes hay mucha actividad pero escasa formación; circunstancias inversamente proporcionales a las del primer mundo. En ese diferencial se entrevé un interesante elenco de posibilidades para la juventud mejor preparada de la historia, desde aquí y ahora. Si eres uno de ellos, plantéate ¿qué papel puedo tener en la convergencia de ese exceso de demanda de conocimiento aplicado con la falta de oferta profesional de las economías avanzadas?
Sólo la iniciativa personal ha hecho avanzar al hombre frente a las dificultades desde sus albores. En la acción de todos está la respuesta.

